Necrofilia (Dos Relatos Cortos)
I
Los colegas médicos recibieron un fax
que les comunicaba que una patóloga de la Morgue Central no podía practicarle
la necropsia a un cuerpo que le habían traído. Grata fue la sorpresa cuando los
médicos acudieron en su ayuda: la necropsia había sido llevada con éxito.
Cuando sus colegas inspeccionaron el cadáver, algo les pareció un poco inusual
para alguien que no era una principiante: llevaba el rostro tapado. Al
principio, los médicos imaginaron que el rostro de aquel hombre le causaba
tanto pavor a la patóloga que le había tapado la cara para poderlo operar.
―Algo de verdad está en lo que
dicen, colegas ―contestó ella―. El cuerpo que ahora tienen en la mesa es
el de mi padre. Verlo me imposibilitaba operar. Cuando evité su cara, al fin y
al cabo, el cuerpo de mi padre se convirtió en uno común y corriente.
II
Los policías arrestaron a un psicópata
hallado in fraganti abusando sexualmente de una indefensa mujer dentro de los
depósitos del Hospital Lorca, en el distrito de San Juan. Tras ser procesado en
la comisaría, el hombre ha sido puesto en libertad. ¿El por qué de la
indulgencia? Se llama Ted Sturgis y es médico de la unidad de emergencias
de dicho hospital. Al no encontrársele culpa de gravedad, simplemente ha sido
sancionado con un alejamiento parcial de sus labores. La mujer del agravio se
trata de su esposa. Aprovechando de la distracción de sus colegas, el señor
Sturgis, poseído por un ataque de su libido, descendió hasta la sala donde se
encontraba su concubina, que por cierto, ya lo esperaba desnuda. La prensa ya
podría imaginarse la escena. La señora Sturgis permanecía en ese lugar muerta
desde hace una semana.
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